sábado, 1 de agosto de 2020

- Monasterio San Jorge en Wadi Qelt

San Jorge de Coziba, el monasterio en la roca del Wadi Qelt

Levantado en el siglo IV d.C. en lo que entonces era una pequeña cueva, es la construcción más singular del cañón que une las ciudades de Jerusalén y Jericó.
El camino que une ambas ciudades discurre por el Wadi Qelt, un cañón rocoso en pleno desierto de Judea que, como Jericó, acaba en las proximidades del mar Muerto y cuya esterilidad ya era un hecho en los albores de la cristiandad. 
Fue allí donde se encontraba una pequeña cueva en torno a la cual levantó un discreto monasterio un grupo de monjes en el siglo IV.
Ellos buscaban en la zona evidencias que les permitieran conocer los lugares sagrados de las Escrituras y en esa cueva en medio del desfiladero creyeron haber hallado el lugar en el que el profeta Elías fue alimentado por los cuervos (un pasaje del Libro de Reyes del Antiguo Testamento). Un siglo después, la fama del lugar hizo que se levantara un monasterio menos arcaico, teniendo su momento álgido con Georgios de Koziba, monje a cuyo recuerdo se bautizó el lugar.

Sin embargo, el monasterio fue destruido en el año 614 como parte de la invasión persa del valle, que no dudaron en asesinar a los 14 monjes que allí habitaban. Fue el comienzo de un abandono que duró otros cinco siglos... o más bien doce, porque el intento de restaurarlo en el siglo XII se quedó en nada y no fue hasta 1878 cuando un monje griego, Kalinikos, se estableció allí y se encomendó restaurarlo. La tarea la culminó en 1901.
El origen greco-ortodoxo de este monje es lo que explica que el actual monasterio de San Jorge, ampliado desde entonces varias veces, mantenga un estilo arquitectónico típico griego, con pequeñas cúpulas que coronan torres, con pequeñas ventanas y balcones a lo largo del frontal paralelo a la roca.

Dado que se encuentra a apenas 20 km. de Jerusalén, el monasterio de San Jorge es uno de los puntos turísticos más interesantes que ningún peregrino a la ciudad santa quiere perderse. Forma parte de las rutas religiosas del turismo israelí y, además, es de los que permite sin problema la visita de peregrinos y mujeres. Esto se debe a que una noble bizantina afirmó que fue la mismísima Virgen María la que dirigió hasta allí sus pasos para que se curara de una enfermedad terminal.

Un puente peatonal sobre el Wadi Qelt es la forma de acceso a los dominios del monasterio, que no dista mucho de la moderna carretera que une ambas ciudades (hace mucho que se dejó de usar el desfiladero). En su antigua capilla se pueden ver aún los restos de los 14 monjes cruelmente masacrados por los persas, así como antiguas obras del arte ortodoxo.

Para llegar al Monasterio
El Monasterio de San Jorge de Coziba se encuentra en pleno desierto de Judea. Visitarlo es poder mirar siglos de historia y, más, si se quieren rememorar pasajes bíblicos.
A partir del km. 21 la carretera moderna se aparta de nuevo del trazado antiguo, la nueva baja directamente al valle del Jordán, y la antigua, que es por la que pasaba Jesús, para bajar a Jericó, pasa por el Monasterio de san Jorge de Coziba, situado en el Wadi el-Qelt, se puede ir por él a Jericó en vehículo o andando.
Hay tres puntos recomendables para iniciar la marcha por Wadi e-Qult hasta Jericó, El primero y más largo se iniciaría 3 km. antes; es decir, bajándose en el km. 18 desde Jerusalén y tomando el camino asfaltado que sale en dirección norte hasta la fuente llamada Ein Fawar, a 4 km. de la carretera, para continuar luego por Wadi el-Qelt.
El segundo, a partir del punto en que estamos, km. 21. En la primera collada hay un pequeño camino que baja hasta el fondo del Wadi.
También puede hacerse por las crestas y atajos, a la izquierda de la carretera, sin bajar al torrente. Y la tercera, finalmente, desde la bajada al monasterio de San Jorge de Coziba, que está algunos kilómetros más abajo, siguiendo la carretera antigua, para continuar después por el sendero de la ladera opuesta del Wadi.
Aquí pensaremos en esta última opción. Como punto de referencia, téngase en cuenta que desde el comienzo de la desviación del camino antiguo hasta Jericó hay 10 km.
En cualquier opción que se tome es aconsejable no pasar de largo sin ver el monasterio de Coziba; aunque sólo sea de lejos, vale la pena ver esta impresionante obra de los monjes en las rocas del desierto.

Acceso al Monasterio
Después de hacer un trecho del camino antiguo, se verá a la izquierda una cruz negra de madera en lo alto de un montículo. Merece la pena llegar hasta la cruz. La vista del paisaje con el monasterio compensa la fatiga. Es una estampa inesperada en estos parajes, e inolvidable. Desde este punto puede verse en la ladera opuesta el cauce de agua de la fuente Ein Fawar, que viene de algunos kilómetros más arriba. Abajo, en el torrente, se conserva parte del acueducto construido por Herodes para pasar el agua a esta parte sur del Wadi Qelt.

Si se quiere visitar el monasterio, es preciso volver al camino y continuar bajando hasta encontrar el descenso. No está ya lejos y se le ve fácilmente a la izquierda. 
El Monasterio de San Jorge de Coziba, o Monasterio Ortodoxo de San Jorge, es un monasterio situado en Wadi Qelt,. Se encuentra a unos 9 kilómetros de Jericó y 20 de Jerusalén.  Este complejo monacal colgante del siglo VI, con su antigua capilla y jardines, está activo y habitado por monjes ortodoxos griegos.

Se encuentra enclavado en un acantilado. Construido en el siglo VI, sigue habitado a día de hoy por monjes ortodoxos. Es accesible por un puente peatonal a través del Wadi Qelt. El acceso al monasterio está abierto a diario para peregrinos y visitantes.
Tradiciones del lugar
Situado en el Wadi Qelt, es un valle que muchos identifican con el Valle de las Sombras del Salmo 23 de la Biblia
Paralelo al valle discurre la vieja calzada romana que llevaba a Jericó, el escenario de la parábola del buen samaritano según la Biblia (Lucas 10,29-37). Entre las tradiciones asociadas a la ubicación del monasterio se encuentran la visita de Elías de camino hacia la península del Sinaí. En el caso de San Jorge de Coziba, un grupo de monjes se comenzaron a asentar en una cueva cercana en la que creían que el profeta Elías se había detenido de camino hacia el Sinaí y donde los cuervos lo habían alimentado (1 Reyes 17,5-6). El lugar era especialmente idóneo por tratarse de un espacio aislado y remoto con disponibilidad de agua fresca. 
Según un evangelio apócrifo se narra una escena de la vida de san Joaquín, padre de la Virgen María, que cuenta que, mientras lloraba en el lugar por la infertilidad de su mujer, santa Ana, recibió la visita de un ángel que le anunció la concepción de María.
La historia del Monasterio de San Jorge de Coziba, que comienza en el siglo IV, se encuadra en la tradición de los monjes que buscaban revivir las experiencias de los israelitas, que anduvieron durante cuarenta años vagando por el desierto para cambiar su naturaleza y su corazón, y de Jesús, que se trasladó durante cuarenta días al desierto para probar su obediencia a Dios (Mateo 4,1-11). A estos monjes se les comenzó a llamar eremitas (del término griego ἐρημίτης que significa “del desierto”), palabra de la que deriva la española “ermitaño”.

Juan de Tebas, un ermitaño que había emigrado de Egipto a Siria, fundó el monasterio alrededor del año 480 dC. y agrupó a cinco ermitaños sirios de las cuevas cercanas para crear una nueva laura. Los ermitaños que vivían en las cuevas cercanas se solían reunir semanalmente en el monasterio para una misa y una comida comunal
San Jorge de Coziba llegó desde Chipre a finales del siglo VI y se dedicó a la vida de ermitaño en las cuevas del Wadi Qelt. La invasión persa de la provincia bizantina de Siria Palestina supuso la destrucción del monasterio en el año 614 y la muerte de los 14 monjes (otras fuentes citan 40) que en él vivían, cuyos huesos y cráneos pueden visitarse a día de hoy en la capilla del monasterio. San Jorge de Coziba fue encarcelado, pero sobrevivió y volvió a exiliarse en las cuevas cercanas al monasterio hasta su muerte en el año 620. Aunque Juan de Tebas había dedicado originalmente la capilla principal a la Virgen María, su nombre fue cambiado con posterioridad por el de San Jorge de Coziba y San Juan Jacobo el Rumano.
Los cruzados realizaron diversos intentos de restauración en 1179 bajo los auspicios del emperador Manuel I Comneno, pero tras su expulsión el monasterio quedó prácticamente abandonado hasta finales del siglo XIX. Así se escribió del lugar;
“Deir el Kelt: un monasterio en ruinas colgado a un lado de un precipicio perpendicular a la ribera norte del Wadi Qelt. Se puede acceder a él desde el este, donde hay una estrecha planicie (de unos 120 pies hacia el este y oeste y 30 pies de ancho) con un acantilado sobre ella. A lo largo de 80 pies de longitud este acantilado está recubierto de cemento, que en su día estuvo pintado con frescos, con figuras ahora borradas. En el barranco que queda por encima del monasterio hay cuevas, actualmente inaccesibles. En una todavía se puede ver una barra de hierro, probablemente usada en su momento para fijar una cuerda o una escalera de cuerda a través de la cual se podría establecer comunicación con el ermitaño en la celda".
Descripción del Monasterio
Es poco lo que se conserva del pasado. En el patio de entrada, bastante alto, en la pared rocosa de la montaña todavía se ven restos de pinturas de la iglesia bizantina expuestas a la intemperie.Se conserva un mosaico del siglo VI en la iglesia de los santos Juan y Jorge.
El monasterio guarda la tumba de San Jorge y los cráneos de los monjes martirizados por los persas. El iconostasio y la mayoría de los iconos son de la última restauración. Subiendo a la terraza más alta puede visitarse la gruta del profeta Elías.

El monasterio en sí muestras tres fases de construcción diferenciadas. El edificio incluye una entrada con criptas bajo él, una capilla y celdas. La capilla no mantiene el mismo eje que el resto de edificios, y parece ser anterior en el tiempo. La mampostería está mejor revestida en ella que en el resto de trabajos. La capilla tiene 36 pies de largo por 17 de ancho, medidas interiores. Su orientación es de 45º. En el extremo oriental hay un ábside de 7 pies de diámetro; éste tiene una ventana torcida en un lado para conseguir un ángulo de 90º, apuntando hacia el este.
Tras la capilla hay una pequeña cámara con una tumba bajo el suelo, excavada en la roca, que contiene los restos de unos huesos bastante descompuestos. Esta cámara también tiene un ábside.
La pequeña celda más allá está excavada en la roca y mide 10 por 13 pies. Un pasillo lleva desde la puerta sur de la capilla principal hasta la capilla menor. Los muros contrafuertes de la capilla principal son adiciones posteriores, ya que se han construido sobre la segunda serie de frescos; soportan los nervios de la cúpula y son sillares hermosamente decorados.
Los muros interiores de la capilla, del pasillo y de la pequeña capilla tras él están completamente recubiertos de cemento y pintados con frescos, con figuras e inscripciones. Dos grupos de frescos son aún visibles en algunos lugares.
En 1878, un monje griego llamado Kallinikos se asentó en el monasterio y lo restauró, completando su tarea en 1901. Un monje rumano, conocido como Juan Jacobo el Rumano, vivió durante ocho años en una pequeña cueva hasta su muerte en 1960. En 1952 se construyó un nuevo campanario.
El padre Georgios Tsibouktzakis se trasladó al monasterio de San Jorge de Coziba en 1993 y durante muchos años fue su único habitante; mejoró el camino de piedra usado por los peregrinos para subir al monasterio, reparó los acueductos y adecentó los jardines de olivos. Fue nombrado abad en el año 2000 y murió el año siguiente por un disparo de un terrorista palestino cuando volvía de Jerusalén en un coche con matrícula israelí.
A día de hoy, el monasterio consta de dos capillas, la de la Virgen María y la de San Jorge y San Juan, ambas decoradas con mosaicos, iconos y frescos. La cueva de San Elías también se encuentra accesible a través de una escalera desde el patio interior del monasterio. Desde la cueva se puede salir a la parte superior de la montaña a través de un estrecho túnel.
Visitas al Monasterio:
Se puede llegar al monasterio mediante una ruta de senderismo que parte desde Jericó y se lleva poco más de una hora. También se puede llegar por coche a través de la carretera principal (nº1); hay un aparcamiento especial para el monasterio, desde el que los visitantes deben bajar por un camino empinado durante unos quince minutos o alquilar un burro a los beduinos locales. A diferencia de la mayoría de monasterios greco-ortodoxos, permite la entrada a los turistas tanto hombres como mujeres. Está gestionado por el Patriarcado Griego Ortodoxo de Jerusalén y el horario de apertura es de domingo a viernes, de 8:00 a 11:00 y de 15:00 a 17:00, y los sábados de 9:00 a 12:00. 
Sinagoga de Wadi Qelt
En 1998 se encontraron en el Wadi Qelt los restos de la sinagoga más antigua del mundo, que data aproximadamente de los años 50-70 aC. y formaba parte de un complejo palaciego asmoneo. Se trata de una sinagoga pequeña y de modesta decoración, hecha de piedra y ladrillo, con una zona de baño ritual, siete u ocho habitaciones adyacentes y una sala central, rodeada por una columnata. Un terremoto destruyó la sinagoga y el palacio de invierno cercano en el año 31 aC., tras lo que Herodes I el Grande reconstruyó parte del palacio, aunque no la sinagoga.

Una visita al lugar contada por unos peregrinos:
Nos encontramos con tres monjes greco-ortodoxos (la última restauración de 1901 fue realizada por la Iglesia Ortodoxa Griega) que nos reciben con una sonrisa amable.

 Como si no hubiese pasado nadie por aquí en todo el día, nos sacan unas galletitas y frutos secos (para darnos energía para el camino de regreso) y nos invitan a tomar agua o cualquier refresco de unos pequeños dispensadores que tienen preparados para sofocar el calor en días como hoy.
Sin casi articular palabra nos hacen una reverencia y vuelven sobre sus pasos retirándose a su lugar de contemplación y oración.

Los eremitas y el desierto
Desde el monasterio pueden verse a uno y otro lado del valle gran número de grutas, en otro tiempo morada de ermitaños. Aunque sólo sean vestigios, tanto el monasterio como las grutas son todavía hoy un testimonio elocuente de uno de los movimientos espirituales más interesantes de la vida de la iglesia.
El ideal cristiano vivido desde el eremitismo y el cenobitismo fue todo un fenómeno de finales del imperio romano, y nacido dentro del imperio, sin precedentes en la historia por su singularidad y magnitud.
Desde la Tebaida, en Egipto, hasta la Capadocia, en el corazón de la Turquía actual, pasando por Siria, los desiertos se poblaron de hombres deseosos de llevar a la práctica los principios ascéticos más radicales del Evangelio. También hubo monasterios de mujeres.
No es fortuito que en el desierto se hayan fraguado los movimientos espirituales más fuertes de la historia, como el Yahvismo (Moisés, Elías) o el Cristianismo (Jesús, Pablo); Juan Bautista, Esenios de Qumrán… desierto, ascetismo, silencio, contemplación, abandono del mundo, encuentro con Dios. Es cierto; los que viven en el desierto tienen otra forma de mirar, y no sólo por sus ojos negros.

Hasta hace poco tiempo era el único monasterio, de los pocos que quedan todavía en el desierto, en el que podían entrar mujeres de visita. Lo que se justifica de la forma siguiente: Según la leyenda, una mujer se extravió en este desierto y se le hizo de noche. Se encomendó a la Virgen, quien le dijo: “Vete y pide asilo en ese monasterio”. No servirá de nada contestó ella, pues está prohibida la entrada en él a las mujeres. A lo que la Virgen le respondió: “No podrán negártelo siendo mi casa”. La mujer siguió el consejo, y, después de contar a los monjes la historia, le dieron hospedaje hasta el día siguiente.
--Recomendamos este video en español del Christian Media Center, sobre el Monasterio de San Jorge Coziba:


No hay comentarios:

Publicar un comentario