domingo, 29 de agosto de 2021

- El Eremitorio de Getsemaní, Huerto de los Olivos




Despuntan las primeras luces por el horizonte cuando empieza la vida en la basílica de Getsemaní. En la iglesia, situada a los pies del monte de los Olivos, fray Diego y otros cuatro frailes se reúnen a las seis de la mañana para celebrar la misa y rezar la oración de Laudes.


 La atmósfera de fuerte espiritualidad que se respira es la misma que en otros santuarios de la Custodia de Tierra Santa, pero aquí se siente uno, quizá, un poco más cerca de Jesús. La particularidad de este lugar está representada por las rocas sobre la que está construido el edificio: las mismas sobre las que Jesús rezó en la hora de la Pasión y que vieron cómo caían sus gotas de sudor y sangre.

 Aquí elevar a Dios las propias súplicas y escuchar su voz asume un significado distinto, el de elegir el mismo lugar que eligió Cristo para hablar con el Padre y responder a la invitación que hizo a sus discípulos: «Despertad y velad conmigo».



Precisamente con la intención de ofrecer un espacio para la oración y el silencio, la Custodia de Tierra Santa ha abierto a los peregrinos el eremitorio de Getsemaní, situado un poco más alto con respecto a la basílica. No es un lugar cualquiera de paso, sino un lugar donde quedarse y mirar la propia vida a la luz de Dios. 



Fray Diego lo gestiona desde el momento de la muerte del padre Giorgio, franciscano que falleció en 2009 y que fue el primero que quiso la construcción de las ermitas, en lugar de los antiguos y pequeños establos. Los huéspedes que se alojan reciben el nombre de ermitaños y se les da una celda dotada de baño y cocina, de tal modo que puedan ser autónomos durante toda su estancia. Dejar espacio a la escucha, estar en soledad y respetar el silencio son, de hecho, las prerrogativas de la vida en el eremitorio.



«Vivir aquí significa entender plenamente las palabras del Benedictus: “Por la misericordia de nuestro Dios nos visitará el sol que nace de lo alto”», dice fray Diego.
Tras la misa, el sol ya ha salido pero el santuario permanece todavía a la sombra del monte.

 La luz toca primero las cruces del Santo Sepulcro, en la parte opuesta del eremitorio, detrás de los muros de la ciudad vieja, y después se propaga poco a poco desde lo alto de los muros hasta llegar a las rocas de Getsemaní.



En torno a las pequeñas celdas de los eremitas se extiende un espléndido jardín con olivos y flores. En su interior se encuentran la estancia común y la sala de la Lectio continua, la hora en que se medita un pasaje de la Sagrada Escritura. La tarde viene jalonada por la adoración del Santísimo, en la capilla (a las 17.30) y, después, por las Vísperas (a las 18.30). 



Para quien quiera trabajar es posible también colaborar con los trabajos de mantenimiento del santuario. Se propone, por tanto, un estilo de vida simple que tiende a acercarse a Jesús en el momento en que más demostró su humanidad; un estilo animado por el mismo sentimiento de san Francisco cuando decía: «Quisiera recorrer los caminos del mundo llorando la Pasión de mi Señor».



Además de fray Diego y la fraternidad de franciscanos, el eremitorio sale adelante gracias al servicio de Teresa Penta, que se ocupa de la acogida de los ermitaños y de la gestión de las celdas y del jardín. Teresa, seglar de origen italiano que está en Jerusalén desde hace cuatro años, pronunció su profesión solemne el pasado 7 de octubre. 


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Como dice Teresa Penta, Getsemaní es un lugar que atrae a muchos peregrinos durante el año. La atracción que ejerce fue el motivo de su viaje a Tierra Santa, que la llevó después a implicarse en el servicio al eremitorio como una segunda llamada, después de aquella a la vida consagrada: dejarlo todo para entregarse completamente al Señor. 



En el caso de Teresa, seguir a Jesús en Getsemaní ha significado abandonar el trabajo en su guardería de Monopoli (Italia), la actividad en su parroquia de origen, su nación y su familia. En el caso de quien viene por breves o largos períodos de tiempo, significa renunciar al frenesí, a la velocidad, al ruido, para dejar espacio a una voz más importante. Porque, como dice fray Diego, «Hemos construido sobre roca, pero es a la Roca a la que debemos volver».



La experiencia del eremitorio de Getsemaní en la pandemia



Los confinamientos y el cierre de fronteras a los peregrinos tuvieron una incidencia singular en el eremitorio de Getsemaní a lo largo del último año y medio: “Hemos pasado de acoger y proponer un modelo de eremitismo y oración a convertirnos nosotros mismos en ermitaños“, explica su director, fray Diego Dalla Gassa: “Para nosotros ha sido tiempo de intercesión y de oración, y no podía ser de otra manera en el lugar en que, como nos narra el Evangelio, el Señor lucha”. Fue allí donde Jesucristo se retiró a orar y entró en agonía (que etimológicamente significa lucha) antes de ser prendido y entregado para sufrir la Pasión.

“Han sido semanas y meses de oración intensa, de silencio e intercesión”, añade, “características que me han permitido, a mí y a mis colaboradores, conectar profundamente con la situación dramática que se desarrollaba fuera del huerto y en todo el mundo”.

Como otros lugares santos, el eremitorio tuvo que cerrar y dejar de atender las solicitudes no solo de los peregrinos a Tierra Santa, sino también de los que denomina “amigos del eremitorio”, que viven en él algunas semanas al año



Fue una situación insólita para los frailes que lo custodian: “El eremitorio no había estado nunca vacío durante más de una semana al año, así que sentíamos la necesidad de reinventarnos”.

Para los peregrinos individuales el acceso sigue prohibido, pero los consagrados que viven en Tierra Santa ya pueden participar en las iniciativas del eremitorio, desde ejercicios espirituales anuales a la posibilidad de pasar un periodo de soledad y oración frente a los muros de Jerusalén.

La ciudad de Jerusalén, vista desde la capilla del eremitorio de Getsemaní. 

“También pensamos en los que no podían llegar hasta aquí: especialmente durante el tiempo de Adviento realizamos nuestras lectio en italiano a través de Zoom, despertando muchísimo interés: si normalmente reunían a un máximo de 50/60 personas, en este caso participaron unas 120 procedentes de Argentina, Italia, Rusia, España, así como varias comunidades religiosas de Galilea”, explica el padre Gassa. Esta iniciativa de acompañamiento espiritual a distancia fue muy bien recibida por los devotos del lugar y de Tierra Santa.

“En este periodo, hemos experimentado que la palabra de Dios es verdadera y real”, concluye el fraile: “Hemos descubierto que muchas personas han encontrado a Jesús en la noche de este último año y, tal como sucedió aquí, la noche se ha convertido en encuentro, en oportunidad. Es un tiempo nuevo para todos, tiempo de prueba”.

lunes, 16 de agosto de 2021

- Un pueblo de drusos con Sinagoga judia

 
                            Peq'in, un pueblo druso en la Alta Galilea, Israel


Peqi'in es uno de los pueblos drusos de Israel: es consejo local israelí de la Galilea localizado en la ladera noroeste del monte Merón en el Distrito Norte de Israel, a 8 kilómetros de Ma'alot-Tarshiha. En 2019 tenía una población de 5.893 habitantes, Los habitantes son en su mayoría drusos con un 78% de la población y una importante minoría cristiana, un 21%.

La zona de la alta Galilea se la conoce como una región histórica montañosa situada al norte de Israel, entre el mar Mediterráneo y el valle del Zabulón al oeste. Un lugar cargado de historia y espiritualidad por donde mires, y es sin duda un lugar perdido en el tiempo, hermoso y maravilloso por su simpleza y calma.



Un día de paseo por el pueblo druso de Galilea y la comunidad judía más antigua



Según la tradición, la comunidad judía de Peki'in ha mantenido una presencia allí desde el período del Segundo Templo (tiempo del rey Herodes) con una interrupción de presencia durante los disturbios árabes de 1936-1939En 1936, los disturbios árabes obligaron a los judíos de Peki'in a abandonar sus hogares y dirigirse a zonas más seguras del país; solo algunos de ellos regresaron más tarde. La mayoría de los judíos de Peki'in no regresaron a la aldea después de la violencia y se autodenominan la diáspora Hadera . Se cree que los Zinatti son la única familia que regresó, y esta familia se ha reducido a un miembro.



      Myriam (guia de turismo) y un grupo de turistas junto con la gran Margalit Zinatti, la última descendiente de la comunidad judía en el pueblo que tiene mayoría drusa.

La Sinagoga Peki'in ( בית הכנסת העתיק בפקיעין ), es una sinagoga ubicada en el centro de Peki'in , en el norte de Israel . El edificio actual fue erigido en 1873, en el sitio de los más antiguos. La tradición local sostiene que tiene dos piedras tomadas de los muros del Templo judío en Jerusalén incorporadas en sus muros. 



 El pueblo también cuenta con una antigua Sinagoga a la que aún asisten algunos habitantes. La sinagoga, que no suele estar activa desde 2005, está a cargo de Margalit Zinati (nacida en 1931). Zinati es miembro de una familia judía que ha vivido durante siglos en Peki'in, según se informa desde la época del Segundo Templo. Margalit Zinati, la última mujer judía en Peki'in, fue honrada por su trabajo en el 70 aniversario del Día de la Independencia en 2018, y la casa de su familia es administrada como un sitio patrimonial por la Educación Departamento de la Organización Sionista Mundial (WIZO).

                         La Menorá de la los muros de la vieja sinagoga de Peqi'in (Galilea-Israel)

Datos de la población de Peki’in

En 1875, el explorador francés Victor Guérin visitó el pueblo y lo describió como: "La población actual es de 600: drusos, griegos unidosgriegos cismáticos, y algunas familias judías, que descienden de los antiguos habitantes del país. 



Cada año, en el verano, varios cientos de judíos vienen aquí desde Tiberíades para pasar la temporada de calor. La mayoría de estos judíos procedían de Europa y están felices de encontrar aquí los últimos vástagos indígenas de la antigua estirpe nacional. ... En Bukeiah, gracias a los dos manantiales que brotan de la ladera, cultivan en las laderas y casi hasta el fondo del valle deliciosos jardines, regados por numerosos arroyos. Aquí crecen, en diferentes terrazas, sostenidas por grandes muros, probablemente antiguos, árboles frutales de todo tipo, como cidras, naranjas, granadas, higos, membrillos y moras. La vid florece maravillosamente, como lo demuestran los enormes troncos. 

Los griegos unidos tienen una pequeña iglesia, que encontré cerrada; los griegos cismáticos también tienen uno que ha reemplazado a un santuario cristiano mucho más antiguo. Solo quedan unas pocas piedras cortadas y el tronco de una columna. Los judíos adoran en una sinagoga de fecha moderna "

En diciembre de 2007, la última familia judía abandonó la ciudad después de que incendiaran su automóvil. Sólo Margalit Zinati, descendiente de una familia Mustarabim , ha permanecido allí para mantener vivo el recuerdo de la desaparición de la herencia judía de la ciudad.

En 2011, el gobierno israelí aprobó un programa de ayuda de 184 millones de dólares para mejoras en la vivienda, la educación y el turismo en Peki'in y otras comunidades drusas en el norte de Israel.

                                     La placa muestra donde Shimon Bar Yohai se escondió

Según el Talmud , el rabino Joshua ben Hananiah dirigió un Beth Midrash , el rabino Shimon bar Yochai y su hijo, el rabino Elazar ben Shimon, se escondieron en una cueva de los romanos durante 13 años, y Shimon bar Yochai pasó a enseñar en la ciudad. Sin embargo, hay evidencia de que la identificación del rabínico Peki'in con Peki'in-Buqei'a es de la época otomana, y también se han sugerido otros sitios en las cercanías de Rehovot . La primera escritura en la que el nombre Peki'in se refiere indudablemente a esta aldea es de un libro de viajes hebreo de 1765.

Y por el mismo camino se puede llegar la cueva donde el rabino Shimon Bar Yochai se escondió de los romanos en el siglo II d.C. Fue un maestro destacado y, supuestamente, el autor del «Zohar» en el que se basa la Kabala. Por lo que la región presenta una riqueza en historia, fe y curiosidades.



    Dos personajes importantes representados en el centro de la aldea de Pkeiin, Basha El Atrash (líder druso sirio) y Kamel Jumblatt (líder druso del Líbano)

Un pueblo maravilloso perdido en el valle de Galilea, protegido por la belleza de las innumerables reservas naturales y las montañas que se levantan alrededor como una muralla que cuida su tesoro más precioso.

La cueva de Peqi'in: un cementerio calcolítico en la Alta Galilea, Israel

En mayo de 1995, se descubrió una cueva funeraria calcolítica (de hace 6.500 años), única en Peqi'in, la Alta Galilea. Sorprendentemente, dado que las cuevas funerarias calcolíticas se conocían en la llanura costera de Israel, esta cueva natural produjo uno de los conjuntos más ricos de osarios, tinajas funerarias y otras vasijas de cerámica jamás encontradas, muchas con presentaciones iconográficas desconocidas hasta ahora. La cueva también contenía los restos esqueléticos de al menos seiscientos individuos. 

El arqueólogo Shalem dijo que la cueva de estalactitas naturales, de 17 metros de largo y 5-8 metros de ancho, es única tanto por la cantidad de personas enterradas en ella como por los "motivos sobresalientes", diseños geométricos y antropomórficos, representados en los osarios y frascos que contienen el esqueleto.

Algunos de los hallazgos en la cueva son típicos de la región, pero otros sugieren un intercambio cultural con regiones remotas. El estudio resuelve un largo debate sobre el origen de la cultura única del pueblo calcolítico ”, dijo Shalem. “¿El cambio cultural en la región siguió a oleadas de migración? la infiltración de ideas por relaciones comerciales y / o intercambio cultural; o invención local? Ahora sabemos que la respuesta es la migración ".

jueves, 12 de agosto de 2021

- La fosa-prisión de Jesús

San Pedro en Gallicantu es una iglesia situada en la ladera oriental del Monte Sión, fuera de los Muros de la Ciudad Vieja de Jerusalén. 

        El patio del Palacio de Caifás con este recuerdo de cuando Pedro negó a Jesús y cantó el gallo     tres veces en la noche en que Jesús fue arrestado y encarcelado en espera de enviarlo a Pilato

El término «Gallicantu» viene del latín y evoca el lugar donde «el gallo cantó», como narra el relato evangélico de la tarde del arresto y condena de Jesús: «El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: “Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces”. Y, saliendo afuera, lloró amargamente» (Lc 22, 6-62). Se trata del lugar donde se alzaba el palacio del sumo sacerdote Caifás.

Los Padres Asuncionistas franceses construyeron la iglesia, de apariencia agradablemente moderna, en la década de 1930. Debajo de la iglesia hay una serie de estructuras cavadas en la roca - sótanos, cisternas, establos de la época de Herodes (37 aC). 

En el patio hay restos de una calle escalera romana del siglo I que conduce a la piscina de Siloé. Hay varias estructuras antiguas tales como prensas de olivas, una casa de baños y grutas. La iglesia actual, que se remonta a los primeros decenios del siglo XX, fue construida sobre los cimientos de antiguas iglesias bizantinas y cruzadas. Los metros cuadrados más venerados de este lugar sagrado son los de la cueva en la que la tradición ha identificado el lugar donde se hizo bajar a Jesús, a la espera de comparecer ante el Sanedrín unas horas más tarde y de ser condenado.

              Restos de la escalera romana del siglo I por la que Jesús bajó y subió de Getsemaní

Este es uno de los lugares de Tierra Santa que más nos invita a adentrarnos en los dolores morales que sufrió Nuestro Señor.

                      Mosaico en la fachada del templo que muestra a Jesús dentro de la fosa-prisión

Aquí vemos a Jesús despojado y humillado, arrojado a una mazmorra angosta e incómoda que está bajo tierra por tratarse de una antigua cisterna, en ella va a pasar la noche del Jueves, envuelto en oscuridad, silencio y soledad...

En la fosa-prisión del Palacio de Caifás se pueden observar los agujeros para sujetar las manos de los prisioneros en lo profundo de la prisión.

Al amanecer del Viernes Santo, abren la trampilla de la mazmorra en que se encuentra y le echan una soga para sacarlo fuera... El peregrino lo va a encontrar en la Iglesia de San Pedro in Gallicantu - Monte Sión, Jerusalén.

Cuando hablan de esta “fosa”, los peregrinos que cuentan su peregrinación, no pueden hacerlo sin cierta emoción. Guillaume Angier de Lohéac es un joven que ha descubierto ese lugar hace ya más de 10 años, cuando vino a Jerusalén para unas prácticas en la casa de los Asuncionistas, la comunidad religiosa que lleva el santuario. «Este lugar santo es edificador. Cuanto más lo frecuento, más me doy cuenta de la profundidad del misterio de nuestra salvación. Aquí recordamos no sólo la negación de Pedro y el perdón de Cristo, sino también el rechazo del Hijo de Dios por parte del Sanedrín y su descenso a la fosa. La cárcel bajo la cripta de la iglesia es un lugar conmovedor donde los peregrinos recitan el Salmo 88: “Me has colocado en lo hondo de la fosa, […] encerrado, no puedo salir” Salmo 88, 7.9)».

        En lo profundo de la fosa, un atril con un ejemplar de los Salmos para rezar allí los peregrinos

Cuenta el momento de oración que vivieron en este lugar de la detención de Cristo: «Mientras bajábamos las escaleras, crecía el silencio. Los jóvenes se acercaban unos a otros, como si la fuerza del lugar se lo pidiera. Me acerqué al atril y leí el Salmo 21: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? A pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza. Dios mío, de día te grito, y no respondes; de noche, y no me haces caso” (Sal 22, 2-3). El silencio llenó la fosa. No fueron necesarios grandes discursos. Todos entendieron la importancia del lugar en el que nos encontrábamos».


«Fuera de la iglesia de San Pedro en Gallicantu hemos escuchado el relato de la agonía de Jesús tomado del Evangelio según san Lucas. Desde donde estábamos se veía el otro lado el Valle del Cedrón, el Monte de los Olivos y el Jardín del Getsemaní. 

Entonces nos dimos cuenta de cómo Jesús pudo ver a los soldados reunidos con sus antorchas y armas fuera del palacio de Caifás donde nos encontrábamos. Jesús habría tenido unos 45 minutos para volver sobre sus pasos y escapar al otro lado del monte. Pero eligió quedarse, sufrir y morir por nosotros… La pendiente de la antigua vía romana que atraviesa el valle todavía está allí y Jesús debe haberla subido para ir al palacio del Sumo Sacerdote Caifás. ¡Qué increíble es el amor de Dios por nosotros y cuán conmovedor ha sido escuchar el relato de los acontecimientos de aquella noche!».

-Este es el Pozo profundo que era utilizado como prisión. Aquí Jesús pudo haber estado encerrado en este pequeño calabozo de bóveda, bajo la sala de juicios de Caifás, en lo que son las ruinas de la casa del Sumo Sacerdote Caifás. Se encuentra bajo la iglesia de San Pedro Gallicantu en la ciudad de Jerusalén, Israel.

La Congregación de los Asuncionistas, que construyó la Iglesia de San Pedro en Gallicantu sobre las ruinas de una basílica bizantina, señala que dicha iglesia está construida sobre el lugar de la casa del alto sacerdote Caifás.

Bajo dicha iglesia se encuentra un calabozo que se cree que es la celda en la cual fue detenido Jesús en la noche siguiente a su arresto.



La Iglesia de San Pedro en Gallicantu está construida en cuatro niveles diferentes: iglesia superior, iglesia media, el cuarto de guardias y el calabozo.